Vagos recuerdos vienen a mi mente de aquellos días en que leí a Rulfo para una tarea escolar. Ahora que lo retomo, después de días de mucho trabajo y cosas por hacer, descubro como un libro que habría obtenido un lugar en mi pequeño librero y había permanecido quieto y silencio por tantos años, me despierta de golpe y me invita a reflexionar.
Siempre he creído que los libros, como las personas; llegan para entregarnos algo que necesitamos en el justo momento en que lo necesitamos. ¿Cómo entonces, un libro lleno de desesperanza, dolor sufrimiento, miseria y egoísmo, podría dejar una buena experiencia en su lector?
Dentro de cada uno de sus diecisiete cuentos, expresa Rulfo de manera muy precisa la brutalidad del hombre y su instinto de supervivencia, la desigualdad social y económica, la avaricia de unos que mantienen a otros en la miseria, en donde el vulnerable se vuelve invisible a ojos de cualquier autoridad. Todo esto con una exquisita manera de narrar historias, contando la realidad miserable que fue y seguirá siendo ignorada por quienes pueden cambiarla, que te desgarran el corazón pero a su vez te llena el alma de esperanza. Esperanza en un mañana dibujado por una gota de lluvia, un ladrar de perros, un brazo fuerte que te sostiene mientras andas en busca de alivio...
Te obliga a mirar al cielo y agradecer; agradecer por estar vivo, agradecer a la tierra que te da alimento, al padre que te quier, te cuida y se ocupa de ti.
No puedo mas que agradecer por sus letras que ahora me han dado tanto.
Una gran y exquisita lectura.
Pedro Páramo y El llano en llamas
Editorial Planeta
Lectura Septiembre 2017